Y al final, se hizo la voz!
Desde los orígenes mismos del cine hubo interés en añadirle sonido a las imágenes logradas. Ya en 1899 apareció un sistema de sonido de cine proyectado conocido como fonorama, basado principalmente en el trabajo que el inventor suizo François Dussaud expuso en París; similar al kinetófono, el sistema requería el uso individual de auriculares. Un sistema mejorado basado en el cilindro, fue desarrollado por Clément-Maurice Gratioulet y Henri Lioret, de Francia, permitiendo presentarse cortometrajes de extractos de teatro, ópera y ballet en la Exposición de París de 1900. Estas parecen ser las primeras películas exhibidas públicamente con la proyección tanto de imagen como de sonido grabado.
Se puede rastrear a la primera película sonora a 1895, cuyo proceso fue re-descubierto y mejorado por una empresa francesa (con un gramófono) en 1910. En 1913, Thomas A. Edison anunció que todos los problemas del cine sonoro se habían resuelto y mostró lo que él llamó "la primera película sonora". Al igual que en los esfuerzos anteriores, “Nursery Favorites” utilizaba un gramófono para sincronizar con la película. Pero había un problema: la película se proyectó en la velocidad equivocada, y la banda sonora fue frenada por error. Este problema ocurrió con demasiada frecuencia, y Edison frustrado abandonó su proceso.
En 1921 D. W. Griffith emplea varios expertos para filmar una buena introducción sonora para su película “Dream Street”, y la realización no tuvo problemas. Griffith pronto dejó de usar el sonido, porque él pensó que era un suicidio financiero, diciendo que "Sólo el 5% del mundo habla Inglés, así que ¿por qué debería perder el 95% de mi audiencia?".
El imperio del cine mudo comenzó a tambalearse en 1925 cuando la productora Warner comenzó a experimentar en los Vitagraph Studios de Nueva York, que había comprado recientemente, con una nueva tecnología. Llamada Vitaphone, constaba de una serie de discos de larga duración con música y efectos sonoros, además de ruidos de fondo.
El proceso Vitaphone resolvió el problema de sincronización electro-mecánica, correspondiendo la velocidad de proyección con el disco grabado utilizando el mismo motor para ambos dispositivos. Aunque complicado, tanto en la grabación (edición era imposible) y reproducción (discos eran frágiles), Vitaphone representa la cúspide de la innovación tecnológica, aunque sea brevemente.
Esta innovación fue introducida públicamente el 6 de agosto de 1926, con el estreno de la película de casi dos horas “Don Juan” (dirigida por Alan Crosland); el primer largometraje en emplear un sistema de sonido sincronizado durante toda la película, pero sin diálogo grabado. En otras palabras, había sido pensada y rodada como una película muda. Además, no causó gran sensación, ya que en la época era común tener a un grupo de músicos y creadores de efectos que acompañaran a la proyección del film. Acompañando a Don Juan, no obstante, había ocho cortos de interpretaciones musicales, grabadas con sonido en directo. Estas se consideran las primeras películas sonoras exhibidas por un estudio de Hollywood.
El 6 de octubre de 1927, se estrenó “El cantante de jazz” (The jazz singer), también de Warner Bross, y realizada con el sistema vitaphone; no era totalmente hablada sino que mantenía la acción acompañada de los textos para, en algunos momentos, dar paso a la música, el sonido y la voz. Cuando su protagonista, Al Jolson pronuncia las palabras “Hey, Mum, listen to this…!” (Hey, mami, escucha esto...) para anunciar una canción (con su voz grabada en vivo en el set), el entusiasmo del público fue inmediato: por primera vez los labios se movían y la voz llegaba a los espectadores. Fue un gran éxito, ganando más de $ 2.5 millones en los Estados Unidos y en el extranjero, casi un millón de dólares más que el anterior récord para una película de la Warner. Si bien muchos consideran que el éxito de El cantante de jazz fue debido en gran parte a Jolson, una de las más grandes estrellas musicales de Estados Unidos, los considerables beneficios fueron prueba suficiente para la industria de que valía la pena invertir en la tecnología.
Arriba: Afiche de la película El cantante de jazz y fotograma de
Al Jolson en una parte de su interpretación en dicho film.
Abajo: vídeo de la película The Jazz singer
Pero había varios sistemas de sonido en desarrollo que no eran intercambiables y los grandes estudios como MGM y Paramount fueron cautos y decidieron esperar y ver qué pasaba hasta bien entrado 1929. El sistema más práctico, el sistema Movietone de Fox (sonido en la película), finalmente ganó y Warner abandonó los discos grabados en 1930, pero mantuvo la marca vitaphone ante el público hasta la década de 1940.
A corto plazo, la introducción de la grabación del sonido en directo causó importantes dificultades en la producción. En los primeros experimentos se oía todo lo que hacía ruido: las puertas chirriaban, las bofetadas parecían explosiones, los besos sonaban como bloques de madera golpeándose…
Técnicamente, rodar una película sonora era complicado: el estudio (un lugar antes ruidoso por el ir y venir de actores y equipo) se tuvo que convertir casi en un santuario en donde un simple estornudo podía arruinar la toma; la cámara, al arrastrar la cinta con un motor en marcha, hacía imposible que estuviera cerca de los actores, por lo que se la tuvo que encerrar en una caja insonorizada (operador incluido, que usualmente se asfixiaba por el poco aire y no escuchaba las indicaciones del director); también, al no poder moverlas durante la escena favoreció el rodaje con múltiples cámaras. Las exigencias del sistema hacían que la velocidad de la cámara fuera más rápida, siendo necesario iluminar mucho más el decorado; la necesidad de estar dentro del rango de los micrófonos fijos significó que los actores tuvieran que limitar sus movimientos de manera poco natural, recordar largos diálogos y recitarlos con la mayor naturalidad posible, además de recordar dónde estaba escondido el micrófono.
Aunque le indicaban cómo hablar al micrófono, Lena (Jean Hagen en
Cantando bajo la lluvia), continuamente se olvidaba, por lo que deciden
cosérselo al vestuario…
Todos estos inconvenientes están hilarantemente retratados en la comedia musical de Stanley Donen y Gene Kelly “Cantando bajo la lluvia” (Singin’ in the rain, 1952).
Todo se volvió rígido y aparatoso y la fluidez narrativa lograda por el cine mudo retrocedió varios casilleros. Con tantas limitaciones técnicas, la mayoría de las películas eran lentas y estáticas, además de tener eternos recitados para justificar la publicidad de “100% habladas!”.
Los dos mayores problemas entonces eran la mala calidad del sonido y lograr la sincronización perfecta entre dos aparatos diferentes. Esto motivó que las soluciones tecnológicas a estos inconvenientes fueran urgentes. Se crearon nuevas carcasas para las cámaras, diseñadas para ahogar el ruido que ellas mismas producían y nuevos micrófonos direccionales además del famoso boom que podía mantenerse fuera del encuadre y seguir a los actores. También se consiguió ampliar el volumen y el rango de frecuencia.
En plena filmación. Nótese en la esquina inferior
derecha la cabina en donde se colocaba la
cámara para “insonorizarla”.
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Además, el milagro de poder oír la voz de las estrellas supuso para muchos el final de una magnífica carrera. Algunos tenían un fuerte acento extranjero o tenían imperfecciones en su dicción y otros simplemente no tenían voces atractivas. Hubo preocupaciones relativas a la calidad vocal general y el casting de intérpretes por su habilidades dramáticas en papeles que también requerían talento cantando. Para 1935, la regrabación de los diálogos por los actores originales o por diferentes actores en post producción, se había convertido en una práctica habitual.
Otra consecuencia del cine sonoro fueron las llamadas “versiones múltiples”. Si antes se cambiaba el idioma de letreros para exportar las películas a cualquier parte, Hollywood se dio cuenta que ahora se requerían películas que no fueran en inglés. Llamaron entonces a directores, guionistas, actores de Francia, Alemania, España, entre otros, para poder rodar al mismo tiempo versiones en diferentes idiomas: tras cada toma, un equipo de actores abandonaba el set y otro entraba para hacer lo mismo pero en otro idioma. En este “caos” de versiones múltiples y subtítulos, el técnico Jakob Carol ideó una forma para resolver los problemas que había introducido el sonoro: el doblaje.
Unos pocos directores vieron las formas en que el sonido podía emplearse como una parte integral para contar una historia, más allá de la función obvia de la palabra grabada. En la primera película hablada comercialmente exitosa en Europa, “Chantaje” (Blackmail, 1929) Hitchcock manipuló la reproducción del monólogo de un personaje de manera que la palabra "cuchillo" saltaría de un borroso flujo de sonido, reflejando la impresión subjetiva del protagonista, que está desesperado por ocultar su implicación en un terrible apuñalamiento.
En su primera película, “Aplauso” (Applause, 1929) de Paramount, Rouben Mamoulian creó la ilusión de profundidad acústica variando el volumen del sonido ambiente en proporción a la distancia de las tomas. En cierto punto, Mamoulian quería que la audiencia escuchara un personaje cantando mientras al mismo tiempo otro rezaba; según el director, "Dijeron que no podríamos grabar las dos cosas -la canción y la oración- en un micro y un canal. Así que le dije al técnico de sonido, 'Por qué no usar dos micros y dos canales y combinar las dos pistas en post-producción?'”. Estos métodos finalmente se convertirían en el procedimiento estándar en la creación popular de cine.
"Una película en donde los diálogos y los
efectos de sonido están perfectamente
sincronizados y coinciden con su imagen
visual en la pantalla es absolutamente
contrario a los objetivos del cine. Es un
intento degenerado y descaminado para
destruir el uso real del cine y no puede
aceptarse que está dentro de los
verdaderos límites del cine." Paul Rotha - 1930
Directores como Eisenstein y Murnau (como lo había hecho antes Chaplin) la trataron con desdén. En especial la parte “hablada”, ya que admitían la música de fondo y los ruidos. No estaban muy errados en su recelo. Una avalancha de adaptaciones teatrales acapararon las producciones mundiales. Aunque al principio la gente se admiraba de oír las voces de sus estrellas favoritas, pronto estas obras filmadas se volvieron monótonas para el espectador.
Sin embargo, “Melodías de Broadway” (The Broadway Melody, 1929) de Harry Beaumont sugirió lo que podía brindar la innovación del sonido, al presentar fastuosos números musicales con orquestas en vivo, lo que la hizo acreedora de un Oscar a mejor película. El film supuso además el inicio de una serie que mantendrían el título y se realizarían en 1936, 1938 y 1940.
El cine sonoro produjo una profunda transformación en la producción. Nacieron nuevos géneros y algunos entraron en crisis: el cine cómico, visual y mímico, declinó para dar paso a las sofisticadas comedias urbanas de principios de los años ’30 que cautivaba con sus brillantes diálogos. El western, desapareció hasta los años ’40.
El cine sonoro en Argentina
Ya desde 1907 los argentinos Eugenio Py y Enrique Lepage hicieron experimentos sonoros usando fonógrafos como fuente sonora. Pero no será hasta 1931 cuando el público argentino disfrute del primer largometraje sonoro nacional: “Muñequitas porteñas” de José A. Ferreyra, empleando el sistema Vitaphone de sincronización sonora.
Hacia 1933 se da la llegada del sistema Movietone, el primero que permite guardar la banda sonora en el mismo soporte que la imagen. Nacen ese mismo año los dos primeros estudios cinematográficos del país: Argentina Sono Film y Lumiton.
Los dos primeros films sonoros (sin discos), estrenados con una semana de diferencia en 1933 fueron “Tango”, dirigido por Luis José Moglia Barth y producido por Argentina Sono Film, y “Los tres berretines”, protagonizada por Luis Sandrini y producida por Lumiton.
Arriba, fotograma y afiche de Tango!
Abajo, Los tres berretines
La industria del cine en la Argentina se inició en la práctica con la llegada del sonido óptico. Con la incorporación del sonido, serán la radio, la industria discográfica y el teatro de revistas los que aportarán actores (voces) ya conocidas por la gente. La banda de sonido llegaría a ser tan importante que incluso se exigía a los actores que entonaran canciones, a pesar de no estar preparados para ello. Así se puede llegar a considerar que el sonido es tan importante en el cine argentino, dado que sin él posiblemente no hubiera existido una industria. El cine mudo no había logrado en el país acceder a un gran público.
E-mail: dlombardo74@gmail.com
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